sábado, 25 de julio de 2009

De Repente (2º Capitulo)

Te miro de reojo sentado en el sillón que te complementa, como si nunca hubieses sido mío, sino… ajeno. Los extensos milímetros que se divierten con mi desesperación tensan mi mirada, y los labios se van acostumbrando a permanecer secos. Me duelen los músculos congelados, tiemblan, viven tiesos. Y me pregunto si alguna vez dejaras de zambullirte en mi personalidad masoquista y dependiente, en mis ahogadas fantasías, y mis pies blancos hechos de dulce ampo que solo se siguen a sí mismos, acortando todos los atajos.
La música se convierte en bullicio, (¿no ves acaso lo mal que me haces?) explotan cien guitarras en las manos de genios idolatrados eternamente en tu alcoba y en mi habitación (¿no ves acaso que yo los amo también?) pero ahora, entre tus urgentes pestañeos y miradas enfocadas hacia todo mi alrededor, menos hacia mi, ahora que me ignoras, mil bajos se derriten bajo los barandales de todos tus edificios, y las visitan a ellas también, (si, ellos les cuentan sobre mi) ¡caen tan densos! Y cuando los cierras por completo, cuando ya no observas mas que a la oscuridad, mil platillos tapan los soles de mi cielo, entre la niebla clara y fría, mi conciencia me dicta todo eso que adoro de ti, para no helar mas que músculos ajenos al corazón.
Dejas a este palacio de ecos a mi mando, y vas a limpiar esos barandales, durante varias noches asimilaré tu ausencia, tu perdida completa. Entonces me preparo, limo cada yema que será identificable, quemo cada cabello, siembro pólvora en cada región cervical, torácica y lumbar, derrito el calcio que esfumará las muelas, con pinzas desarmo la posición única de tus cromosomas, te destruyo, hasta que vuelvas a retomar tu cómoda posición fetal, desapareces del mundo (no te vas con ellas) y tu fina sombra solo me queda por respirar hasta que des vuelta la esquina, quedan de tus pasos a medida solo tres, solo dos, solo…te vas.
Lagrimales se alivian dejando caer de sus finas reservas todo el petróleo, no lo quiero, lo absorben los cables y las aspas del ventilador ya desparraman su nueva forma líquida, sobre cada eco de esta putrefacta mansión.
Azulejos ásperos (cómplices) techos rajados (cómplices) puertas de bisagras oxidadas (cómplices) muebles baratos y polvorientos (cómplices) paredes rasguñadas (cómplices) camas sin sábanas (cómplices), música matutina (mi único alivio).
Caja roja vacía, ultimo cigarrillo, ultimas cenizas solitarias sobre mi pantalón, ultima risa sarcástica delante de la puerta, ultimas lágrimas, las mismas negras que juegan neutrales al ser el objeto de aspiración, ultima mirada. Lanzo la última colilla de cigarrillo… sobre este palacio, mi último recuerdo real sobre ti. Queda destruido. Y aun así no me deshago de tu idea, aun estas aquí. En ambas sienes que adoran obviar los laureles, no los quieren, solo tú acomódate dentro de ellos, solo tú, que en tu forma ahuecada encajas perfectamente.
Bebiendo el último soplo de libertinaje y ocio en esta noche enjaulada, que ruge en su llanto continuo, sobre las llamas que se deslizan dentro de mi pasado, lo borran por completo entre ceniza y ceniza. Así estoy, contemplando mi obra de arte, orgullo insensato que se me acumula y no me deja ir.

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