A quien corresponda:
Éstas son mis últimas semanas aquí. Y me atrevo a escribir ésta carta contando con la poca luz que proporciona la vela misma que me marca el tiempo disponible. Por lo tanto seré precisa y trataré a lo sumo de ser breve.
Durante éste tiempo me han desproporcionado de forma inhumana, han tomado todo aquel ideal que me distinguía para convertirlo en formato de burla, de manera tal que llegase a avergonzarme de lo que SOY para convertirme en una más…bueno, lo hice. Pero solo a los ojos ajenos. Ellos han tratado de desequilibrarme, de rajar mi conciencia y meterse en ella con el fin de operarme desde dentro; han intentado doblar mi razón infinitas veces sin tomarse la molestia de ver, que yo soy lo suficientemente audaz y desequilibrada como para seguir siendo como soy tercamente, y fingir de manera diaria ante sus narices asquerosas.
Ya no sé nada, que implique a: “las personas.”
Solo sé de mis ideales, de mis luchas que acompañaron cada sueño donde me encontraba fuera de este lugar, haciendo valer mi palabra, poniendo mi opinión en tantas bocas como fuese posible… ¡es lo que planeo hacer!
EN LA VIDA uno no se da cuenta de lo solo que se está, hasta que intenta descoser el brazo de uno del grupo, acotando a ojos cerrados para no ver las expresiones, a oídos sordos para no oír comentarios; nada que pudiese ser señal para acobardarnos…sino expresarnos con total libertad. Soy conciente de que no es nada inteligente generalizar, pero también soy conciente de lo vivido, y que será una gran secuela que me acompañará para bien…Sí, para bien. Porque más haya de ser una experiencia inhumana, es lo necesario para luego saber como sobrevivir. Es como una amiga mía solía decir: “la trompa contra el piso sirve, aunque duela.” Tenía toda la razón en eso. Tampoco sugiero que todo el mundo debe pasar por lo que yo para apreciar lo que tiene, ya que no todos reaccionan de la misma forma ante éstas situaciones extremistas, no hay que poner a todos en la misma bolsa. Es difícil cortar lazos, pero es necesario tomar las riendas del propio pulso, y luego echar un vistazo alrededor y deleitarse con la nueva vista, que tanto de lo que nos juraron era cierto, cuantos son capaces de seguir a nuestro lado sin importar qué, cómo, cuándo y dónde.
Ahora bien, si tu curiosidad es tanta que se ha rebalsado sobre ésta carta, creo que es tiempo de contarte lo que…
…regálame este segundo en el que respiras en tu debido tiempo, para yo poder llorar en silencio, por primera vez desde que me mantuvieron aquí forzosamente. Al escribirlo todo me siento reviviendo cada herida interna, como física. Es un lavaje de alma. Un renacer. Es el mismo infierno.
No es necesaria tu sangre en este lugar, sino me basta con decir a través de esta carta que la mía está, para que aprendas de mi experiencia.
La flama ha llegado ya casi a la base, por lo que procuraré terminar y usar algo para volver a la habitación, en ésta…mi ultima noche. Ya sé, al principio dije que eran mis últimas semanas aquí, oficialmente es cierto. Seré ejecutada por la mañana. Y ésta carta es la responsable, lo sé, sé con seguridad que llegará a tus manos. Como pudiste ver, esta llena de vida, de pasión acumulada, de ira, de reflexión, de ideas unitarias, de promesas, de consejos… ¡de todo eso que se me prohibió durante años! creo que hasta en una cárcel estaría mejor, pero no lo estoy, no te confundas. Éste es un lugar sin nombre, repleto de mujeres sin identidad, vacío.
Es hora de levantar la voz, y yo principalmente planeo hacerlo por la mañana, antes de mi último aliento.
Ésta es toda la información que poseo, es todo lo que soy hoy por hoy, y te lo dejo a ti…extraño. Por que confío en que serás capaz de encontrar y liberar a todas éstas mujeres que merecen una nueva oportunidad, sin importar en que parte del mundo estés, o la edad que poseas, nadie es muy pequeño o muy viejo, si se quiere…se puede. Si no me diese el lujo de sacrificar mi vida por la de ellas, jamás me lo perdonaría, por tener la solución sin usar. Como sé que jamás te perdonarías por dejarme morir en vano, por lo que harás lo que sea para liberarlas, lo sé, nunca es demasiado tarde.
Gracias, por lo que harás.
Perdóname, por ponerte en esa posición.
Te amo, extraño mío.
Por que esas son las tres palabras más dulces que hay sobre la tierra, y te las regalo a ti, que me has ayudado a saber que los ideales valen la pena.
Anónimo, 1908